La bioquímica del amor. Ese fue el tema de la primera conferencia con la cual arrancó la Caravana de la Ciencia de la Universidad UTE. Esta iniciativa académica se extenderá por todo noviembre y se organizó a propósito del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, que se celebra cada 10 de noviembre y fue establecido por la Unesco.

Los estudiantes de primero de Bachillerato de la Unidad Educativa Sagrados Corazones de Rumipamba esperaron curiosos el arranque de la conversación a cargo de la bioquímica y docente de la Facultad de Ciencias de la Salud Eugenio Espejo de la UTE, Tania Morales.

Y ni bien se esbozaron los primeros conceptos, los jóvenes se engancharon con el tema. A la frase “del amor hemos hablado y sentido todos”, siguió una pregunta: “quién no ha sentido amor”. Luego, Morales agregó que “hay muchas moléculas involucradas en este proceso del amor”, que la ciencia del amor es “fría, calculadora y egoísta”.

La atención de los estudiantes del Rumipamba fue más evidente cuando se explicó, por ejemplo, por qué hay emoción cuando se ama, por qué duele cuando se termina una relación, cuáles son las sustancias químicas que genera el cerebro y tienen que ver con el amor. También se toparon las diferencias entre el amor de apego y el filial.

Al final de la exposición, los jóvenes aplaudieron fuerte. Marco Duque, coordinador de Bachillerato Internacional de la institución visitada, dijo que “jamás he visto a los chicos tan curiosos por una temática y muchas gracias a la UTE por su proyecto de la Caravana de la Ciencia con la UTE”.

Esta misma actividad, pero con temas distintos, está agendada para desarrollarla en otros 11 colegios de Quito, mencionó Natasha Montalvo, coordinadora del proyecto UTE Transciende. El objetivo es mirar a la ciencia desde diferentes perspectivas, de allí que los temas que se han considerado son: cocina molecular, neurociencia y reguetón, ancestría étnica, genética y genómica.

Son temáticas áridas, pero los investigadores y docentes de la UTE las hacen cercanas y didácticas para llevar la ciencia y la tecnología a las aulas de planteles educativos e ir motivando a su formación profesional, tal como ocurrió con la bioquímica del amor, al punto de que los chicos quedaron enamorados y pidieron una segunda parte.